Hoy, sin duda me
encontraba bien, demasiado bien diría yo, no tenía muy claro el por qué me
sentía bien. Era tan bien que me apetecía acostarme con Lucía, la misma de la
vez anterior, a pesar que no fuera un fin de semana, quería refugiarme en su
cálido cuerpo, la llamé, contestó, con la misma voz de una persona que sabe
cuál es su respectiva labor, me dijo que, estaría disponible, ya que se trataba
de mí, haría una excepción, ya que, ahora le tocaba estar con el Sr. Rodríguez.
Me dirigía hacia el lugar
concordado, conduciendo de manera usual en mi auto, al igual que todos los
días, vestía de una manera formal, zapatos, saco, corbata, perfume de
prestigio, en fin, con buen porte se podría decir. La mayoría de mi tiempo
debía lucir así, y todo por la imagen que exigía mi trabajo. De pronto, me
detuve para hacer un semáforo, de fondo se escucha algo de Bach, no logro
recordar cuál suite era, mi mente se comenzó agitar e hice un breve análisis
sobre las putas y, esto fue lo que resultó:
La puedes encontrar en las
entradas de hoteles de bajo prestigio, en bares guarros, burdeles sofisticados,
casas de citas, inclusive en alguna que otra esquina; con ropa exuberante y
accesorios deslumbrantes. A veces se desplaza caminando, devorada por la mirada
de lesbianas, heterosexuales y bisexuales, halagada se ha de sentir. Cuando
estás con ella, no te interesa su pasado, mucho menos su futuro, sólo utilizas
su cuerpo para al coito llegar. No te reprocha, ni le interesa saber de dónde
sacaste las miserables monedas que necesita para seguir de pie, sólo calla,
actúa y recibe.
A muchos se les olvida que
también eres mujer, te tratan como objeto animado para ellos disfrutar de un
buen rato. El instinto animal de un hombre desatado, reprimido, enojado, se
posa entre tus manos. Difiere la edad, entre la juventud a la senectud hay una
extensa variedad, eres un ser que se rehúsa a discriminar. Tampoco se interpone
el estatus social, qué va, crees que eso es solo un adorno de la cruel
sociedad, deberían canonizarte por ser extraordinaria en la vida ordinaria,
esperas lo mismo de todos, arrepentidos, orgullosos, mendigos, ricos. Para ti,
son lo mismo, hombres con hambre carnal que necesitas complacer, estas
consiente el por qué las personas que recurren a ti, oh puta, el mundo te
devalúa.
Venerada y recordada serás
por mí, mi querida puta, canonizada entre la rechazante sociedad de formal
mártir prevalecerás, aunque cambie tu rostro, tu sonrisa, tu cuerpo, tu
nombre, no dejaré de dedicarte estas líneas.
Al acercarme al bar, ahí
estaba como siempre Lucía, vestía una minifalda negra, con una blusa de
tirantes azul turquesa, tacones negros, maquillaje exagerado, el cabello suelto
sin mucho arreglo, quien al verme de frente, esbozó una sonrisa, sin duda, le
dio gusto verme, me tomó de la mano y nos dirigimos al bar, ambos sabríamos lo
que pasaría, así que, no es necesario escribirlo.
Me retiro.
Un día tal, de mes tal.